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Candaya inaugura nuevo local
(Fotografías y texto que formarán parte de un futurísimo libro de fotografías con textos relacionados.)
CANDAYA INAUGURA NUEVA SEDE
El 4 de febrero de 2017 la editorial Candaya inauguró su nueva sede en la calle dela Bòbila, 4, en el barrio del Poble Sec de Barcelona, estableciendo ahí ese reinado literario que ya mucho tiempo atrás dejó de ser quimera fantástica (mas siempre manteniendo esa voluntad quijotesca, que a Olga y a Paco siempre les ha guiado y nunca les va a faltar) para consolidarse definitivamente como exitosa realidad terrenal.
Y otra fecha para mí muy importante intrínsecamente relacionado con Candaya es la de 18 de octubre de 2006, el día que se presentó mi libro de poemas Los muertos no van al cine (vaya, esto me hace recordar que llevo muchos años sin publicar libro de poemas que únicamente lleve mi nombre en su portada) y que Candaya publicó. Fue en Reus y tuve la suerte, el honor, el privilegio, la alegría de que Gerard Vergés ejerciera de maestro de ceremonias y me presentase el libro ante un público que expectante, o no, lo estaba esperando (mencionar que la sala de la Biblioteca Municipal Xavier Amorós estaba a rebosar y que a la misma hora se jugaba un Barça-Madrid... ay, si Paco llega a caer en la cuenta me cambia el día de la presentación). Tan a gusto estuve con Gerard, con sus palabras, con sus preguntas, con sus reflexiones que, con esto queda dicho todo, me olvidé de recitar poema alguno. Tampoco nadie del público me lo recordó, no sé si por timidez, porque tambié se encontraban del todo satisfechos con el diálogo que Gerard mantuvo conmigo o porque se sentían aliviadísimos ante el poco tiempo que le quedaba al acto para darse por concluido.
Y esa venida al mundo sucedió gracias a Candaya que abrazó como suyos, un año antes, unos poemas que ya se habían resignado a reposar definitivamente en el cajón, ya ataúd, de mis versos desamparados. Y para qué vamos ahora a mostrarnos con modestias infames: sin ser aún conscientes de ello, Paco y Olga hicieron posible que la humanidad pudiera disfrutar de unos poemas que harán que dentro de muchos siglos la Editorial Candaya siga recordada con veneración absoluta por las generaciones poéticas venideras, al menos en este universo, que igual en otro paralelo Olga y Paco tienen una productora de cine en la que yo no paso de hacer papeles de extra en sus películas.
Y volviendo a la sede de Candaya, ahí estoy yo, en la pared de la izquierda, iniciando con mi rostro y mi mano la fila de fotos del medio, y daros cuenta del detalle más exquisito que mis queridos editores tuvieron conmigo, cuánto los quiero: acompañado de las fotografías de otros escritores para que así nunca me pueda sentir solo.
RECITANDO EN LA NUEVA SEDE DE CANDAYA
Antes de recitar en el nuevo local de Candaya «mande callar con autoridad» (aunque poca autoridad debí desprender que poco caso se me hizo), y es que la fiesta candayera empezó a las dos de la tarde y ya eran las ocho, y el personal no estaba ya para muchos poemas, por exquisitos que fueran, ya fueran los míos. A mi lado Paco, cerca Olga y amigos a los que hacía mucho tiempo que no veía: Mario Campaña, estupendísimo mas aquel día herido por los vaivenes de los afectos..., Carlos Vitale siempre infatigable, Cristina Falcón de la que eché en falta su voz leyendo sus poemas, y otros más que recordar no puedo. La vida pasa, se inauguran nuevas sedes editoriales, estamos aún de pie, la poesía sigue.
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